Cómo escribir una novela con Inteligencia Artificial

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Por Juan Carlos Cabaleiro Para LA GACETA – TUCUMÁN No se trata de ningún fraude ni nada parecido, sino de una de las herramientas inevitables en el oficio de escritor, tal como se avizora en el futuro. Al igual que los procesadores de textos o el mismo internet, y como todos los avances tecnológicos aplicables a la creación literaria, la Inteligencia Artificial se apresta a una integración creciente en las tareas de los escritores, afrontando las más mecánicas, abrumadoras, estresantes o, simplemente, las que el programa pueda hacer mejor. Una herramienta en la que todas son ventajas, salvo, quizás, el hecho de que ahora el sueño de escribir novelas estará al alcance de cualquiera, y la competencia entre los escritores se va a multiplicar, por lo que conviene usar el método, sí, pero no difundirlo demasiado; o desalentar, incluso, a los novatos que pretendan aprovecharlo. Mario Vargas Llosa sostuvo en varias ocasiones que para él la elaboración del primer borrador de una novela fue siempre un trabajo demasiado arduo y esforzado, poco placentero, y que la etapa creativa que más puede disfrutar es la corrección final y pulido del texto. No es el único que lo piensa. Hay, de hecho, una parte sustancial del proceso de escritura que se asemeja al trabajo en bruto, más bien mecánico o previsible, y otra más específica, creativa y delicada. ¿Por qué no dejar que la primera la haga una máquina? Primeros pasos Se trata de cargar el programa con una serie de inputs que irán perfilando la novela que queramos y que encaje, lo más discretamente posible, en nuestra trayectoria literaria: extensión de la obra, número de capítulos, género o subgénero, lugar y tiempo en que transcurre, perfil de algunos personajes, esbozo de algunas escenas… Cuantos más detalles le aportemos, más personalizado y mejor será el resultado que nos devuelva. Y hay un dato que no puede faltar: nuestro estilo personal, que la máquina deberá deducir de textos nuestros que le aportaremos. Unas cien páginas de nuestra propia literatura serán suficientes para que el programa extraiga patrones estadísticos a partir de estructuras gramaticales, tipos de oraciones, vocabulario, frecuencia y uso de los signos de puntuación, etc. Todo esto, volcado al manuscrito para que refleje lo más fielmente posible nuestra escritura. De esta manera, la IA nos ayudará prediciendo lo que nosotros escribiríamos , y ahorrándonos el trabajo. El borrador Una vez obtenido el primer borrador, sigue una etapa de ajustes. Habrá un ida y vuelta del texto en el que indicaremos al programa las modificaciones pertinentes: cambios puntuales en uno u otro capítulo, agregado de alguna escena o, en términos más generales, indicaciones del tipo: «Me gustaría que tuviera más violencia la obra (o menos)». «Preferiría que el narrador interviniera menos con sus comentarios, la idea es una novela mucho más objetiva». «Me parece que la protagonista femenina es poco sensual, ¿podrías agregarle algunas situaciones eróticas?». Así llegaremos al borrador final, cuando nos convenza, y solo nos quedará el pulido y los retoques finales del texto, barniz que aplicaremos por nuestra propia cuenta. Eliminación o «barrido» La etapa final, el «barrido» o eliminación total de escrúpulos, es un complemento indispensable para aligerar la carga emocional del proceso creativo. Para ello habrá que repetirse que el uso de la herramienta es parte de la innovación y de un concepto moderno y progresista de la literatura, a diferencia de quienes se resisten a usarla, auténticos carcamales conservadores o reaccionarios. Sumado a que esto ha ocurrido siempre: todas las nuevas tecnologías han sido incorporadas a los procesos creativos, y la IA es un paso más en este sentido: una forma de predecir y ejecutar nuestras honestas intenciones literarias. Así, con estos o parecidos argumentos, iremos sobrellevando con más tranquilidad el proceso y previniendo posibles agravios de la conciencia. Advertencia final Tal vez como única señal precautoria podría señalar lo que advierto en algunos de mis colegas cercanos volcados más de lleno en la interacción con la IA, y es el tiempo cada vez mayor que va absorbiéndolos en esta actividad, dato ya observado en el uso de las redes sociales y de internet, y que en este caso notablemente se incrementa. Y cómo empieza poco a poco a arraigárseles un vacío remoto en la mirada y hasta alguna levísima rigidez en los movimientos, aunque esto no deja de ser una apreciación subjetiva sin mayor importancia. © LA GACETA Juan Ángel Cabaleiro – Escritor.

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