Rebeca Hwang: “La inteligencia artificial no es un tema de tecnología sino de expansión humana”

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La inteligencia artificial es uno de los temas del momento. Porque se habla de tecnología, pero también de cómo esta tecnología puede expandir (o perjudicar) las posibilidades de la especie humana.

Rebeca Hwang es una referente de la temática. Nació en Seúl, Corea, vivió su infancia y adolescencia en Argentina, estudió en el Colegio Nacional Buenos Aires y luego siguió su formación en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y en Stanford. Desde 2003 lidera proyectos en Silicon Valley y fue reconocida como una de las Jóvenes Líderes Globales del Foro Económico Mundial y como una de las 35 Innovadores Globales menores de 35 años por el MIT Tech Review. Además es emprendedora y docente.

“En 25 años de estar en Estados Unidos, no vimos una revolución tecnológica como esta. En un día, Chat GPT alcanzó 100 millones de descargas, que a Netflix o Facebook le tomaron años”, puntualizó en una charla abierta organizada por la Fundación OSDE en su auditorio porteño. “La inteligencia artificial no es un tema de tecnología sino de expansión humana”, definió.

Hwang conoce desde dentro la industria de la tecnología y el conocimiento, y eso le permite analizar escenarios y detectar tendencias. “Ha cambiado radicalmente la narrativa. Hace un año hablábamos más de metaverso y criptomonedas, últimamente la tendencia migró hacia IA. En el último tiempo, alrededor de 250 mil ingenieros y programadores despedidos de distintos gigantes de Silicon Valley migraron hacia IA y están abocados a esto. Es un impulso importante. No se trata de que las otras cosas vayan a desaparecer, sino de que cambió la tendencia, este es el sector que capta más talento y más fondos para financiar nuevos desarrollos”.

Como contrapartida, un sector que venía con mucho impulso y experimentó un freno importante es el de la movilidad inteligente. “En EEUU los sindicatos y los seguros son una barrera para la automatización de empleos como el de los camioneros. Por eso, el proceso va a tomar unos años. En consecuencia, ese sector parecería tener cierta continuidad laboral garantizada, que no tendría, por ejemplo, un ingeniero químico de Stanford”, explicó.

Rebeca Hwang, en la charla que dio en el auditorio de la Fundación OSDE.


Rebeca Hwang, en la charla que dio en el auditorio de la Fundación OSDE.

Hwang comparó a ChatGPT con un niño. “Si le dedicamos a ChatGPT un par de horas diarias durante algunos años, va a terminar por conocernos mejor de lo que nos conocemos nosotros mismos. Cada vez que la usamos, la aplicación aprende de nosotros, incluso hasta a manipularnos. De la misma manera que un chico de cinco años sabe qué hacer o decir para obtener dulces de sus padres. Cuando llegan a la adolescencia, la manipulación se hace más sofisticada, y ya no quieren dulces sino tarjetas de crédito. La IA aún no está en ese punto pero llegará”.

La pregunta que sobrevuela es, entonces, por el futuro. “Hemos creado una tecnología con gran potencial para hacer el bien, pero el resultado no está garantizado”, concedió. Y tras recordar que Geoffrey Hinton, considerado “el padrino” de la IA, renunció a Google porque “teme el potencial daño que está tecnología puede hacer en el futuro y no quiere su nombre asociado a algo similar a lo que fue la bomba atómica”, vaticinó que “la tecnología va a terminar haciendo por nosotros lo que le pidamos que haga. En eso juegan mucho las instituciones, las reglas, regulaciones, la ética”.

Hwang contó que se pueden crear, en base a archivos de las personas públicas, clones muy similares a las personas reales, difíciles de distinguir: “La pregunta ética es quién da permiso para desarrollar eso. Piensen en el daño potencial a la democracia, ¿quién puede distinguir si esa declaración la hizo el candidato real o un clon? En esta campaña en EE.UU., la IA va a ser lo que fueron los social media para Obama en 2008. El candidato que tenga mayor dominio de esto, corre con ventaja”. La tecnología, explica, implica la posibilidad de sofisticar aún más las fake news.

Por último, reflexionó sobre las similitudes y diferencias entre la IA y los seres humanos. “La máquina aprende: toca, se quema y no toca más. El ser humano no: se enamora, se emociona, se puede casar ocho veces”, concluyó.

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