La inteligencia artificial se entrena con el trabajo robado a millones de artistas  | Violaciones a los derechos de autor | Página|12

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“Queremos luchar por que el trabajo de un actor lo haga siempre un ser humano”, sentencia Raúl Lara, presidente del Sindicato de Artistas de Doblaje de Madrid (Adoma).

Su cruzada comenzó esta primavera, cuando un estudio de grabación español organizó una “convocatoria de emociones“, por encargo de una multinacional. En ella, se pedía a actores que expresaran distintas entonaciones y sentimientos con su voz.

“Al principio, no sabíamos para qué era. Hasta que nos dieron un documento de cesión de derechos que decía que era para entrenar a una red neuronal. En cuanto nos enteramos, paramos la convocatoria. Era la definición de pan para hoy y hambre para mañana”, cuenta Lara a Público.

Los actores se movilizaron y se pusieron en contacto con otros sindicatos hermanos en distintos puntos de España: València, Sevilla, Galicia, Euskadi, Barcelona…

“Todos los compañeros estábamos de acuerdo. Queremos parar esto hasta que no esté regulado y haya unas reglas del juego”, señala. Con este fin, crearon la plataforma de Asociaciones y Sindicatos de Artistas de Voz de España (PASAVE), que lanza un “mensaje de unidad” delante de las empresas tecnológicas.

“Hemos pedido a los estudios de grabación que se incluya una cláusula específica en nuestros contratos donde especifique que no se pueden usar nuestras voces para entrenar a inteligencia artificial“, recalca Lara.

Por el momento, están esperando que los clientes de los estudios de grabación, compañías gigantescas como Netflix, Disney y Warner, den una respuesta.

Lo mismo se está haciendo a nivel europeo con la plataforma United Voice Artists, que también acoge a sindicatos de Latinoamérica y EEUU e hizo público un manifiesto en el último festival de Cannes, pidiendo que se detenga el “entrenamiento y clonado ilegal de sus voces”.

Alimento humano para la IA

Raúl Lara: “La inteligencia artificial se entrena con el trabajo robado a millones de artistas”

Porque para que la inteligencia artificial generativa produzca voces con la mayor naturalidad posible, necesita entrenarse primero con materia prima de origen humano.

“Toda esta tecnología está muy avanzada en inglés y en el español de Latinoamérica, pero no en el de España“, señala Raúl Lara. “Detrás de esto hay multinacionales que buscan ofrecer paquetes de IA generativa de audio en todos los idiomas de la Unión Europea”, añade.

Por eso, están a la busca y captura de alimento –voces reales– para educar a sus algoritmos. Y qué mejor que utilizar actores de doblaje profesionales. “La inteligencia artificial se entrena con el trabajo robado a millones de artistas”, denuncia Lara.

Hartas de esta situación, en enero, un grupo de pintoras e ilustradoras estadounidenses demandó a tres compañías de IA generativa, Midjourney, Stable Difussion y DreamUp, por usar las imágenes de sus obras en el proceso de minería de datos y entrenamiento de los algoritmos.

Sin su consentimiento, sin compensarles económicamente por su aportación –aunque las plataformas sí cobran por el uso de sus herramientas– y sin citarlas en los créditos.

“Estos generadores de imágenes presentan su producto como si estuviera libre de copyright. Pero, en realidad, lo que ofrecen en un trabajo derivado de otras obras que tienen propiedad intelectual”, afirmaba hace unas semanas uno de los abogados que lleva el caso, Matthrew Butterick, en The New Yorker.

Derechos de autor relegados por la tecnología

Una demanda como la suya, sin embargo, no podría prosperar hoy por hoy en la Unión Europea, ya que, dentro de las excepciones a la Ley de propiedad intelectual que se redactaron en 2019 está la de “pastiche”, donde se ha incluido a la IA generativa, según explica a Público el abogado experto en derechos de autor Santiago Mediano, presidente de la Sección de Robótica, Inteligencia Artificial, Realidad Virtual y Aumentada Colegio de Abogados de Madrid.

“La Directiva de Mercado Único Digital dictamina que el uso de todo el acerbo cultural de la humanidad para entrenar a la inteligencia artificial no requiere del consentimiento del propietario de esa propiedad intelectual. De acuerdo con la legislación europea, los derechos de autor no pueden ser un obstáculo para el desarrollo de la tecnología”, nos dice.

Por defecto, todas las obras publicadas pueden ser empleadas libremente para dar de comer a los hambrientos algoritmos. A no ser que su autor haya indicado expresamente su negativa.

Sin embargo, “el opt-out es un sistema poco realista y eficiente. Es muy difícil marcar todas las creaciones con una reserva de derechos a efectos de la minería de datos”, advierte Santiago Mediano.

“Preveo grandes tensiones con el tema de la propiedad intelectual. Estamos viviendo un proceso de low-costización, con una enorme pérdida de valor en los bienes culturales. Las plataformas audiovisuales han depreciado la difusión de contenidos artísticos y, ahora, la tecnología también quiere intervenir en su creación”, observa Mediano.

El arte, humano por definición

Así las cosas, “todo apunta a que la UE será la primera en legislar respecto a IA y derechos de propiedad intelectual”, apunta Lara. Por el momento, el sindicato Adoma se ha reunido con el Ministerio de Cultura para aportar su visión sobre cómo tiene que ser esta nueva ley de inteligencia artificial respecto a la cultura.

“Pedimos que haya transparencia: que se sepa con qué actores ha sido entrenada la IA, para poder cobrar derechos de propiedad intelectual. También, que siempre haya una marca de agua que identifique cuando una voz no es humana, sino sintética. Y que se abra un debate sobre si se puede permitir que una máquina haga de forma autónoma una simulación de arte”, indica.

En opinión de este actor, “el arte es lo que nos diferencia como especie. Sería terrible reconocerle derechos de autor a una máquina“. Aún en entrevista telefónica, el sentimiento acentúa sus palabras y nos contagia cuando añade: “Los artistas son seres humanos y el arte, por definición, es algo que nace del alma humana. Una IA puede hacer algo muy perfecto técnicamente, pero no puede replicar una emoción genuina”.

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